Venciendo al Miedo Escénico. Mi Primera Presentación.

Ayer era el gran día. Como comenté, la única opción que me quedaba, era echarle valor. Si mi nombre salía elegido para hablar en público, saldría y daría todo de mí. Quería hacerlo lo mejor posible.

Los nervios estaban presentes desde el día anterior. Manos frías, palpitaciones, respiración acelerada, malestar estomacal, miedo al error, al ridículo, al juicio negativo, dos horas de sueño ... 

Comenzó el curso a las 16:30. El profesor dio paso a posibles sugerencias y preguntas. Apenas las escuchaba. Yo estaba más pendiente de cuando iba a empezar a sacar nombres de los sobres. 

Empezó, por el sobre de las presentaciones. Pensé que iba a sacar mi nombre a la primera, como el día anterior. Pero me equivoqué. Salieron unas tres personas a exponer. De repente, llegó el momento. Extrajo del famoso sobre mi nombre, y con una suave y respetuosa sonrisa, me preguntó si me atrevería. No había terminado de hacerme la pregunta, y yo ya estaba levantándome de la silla. Si no lo hacía así, me pasaría lo mismo del día anterior.


Acto seguido, un gran aplauso inundó la sala. Ángel Lafuente hizo el siguiente comentario que me hizo sonreír: "Nunca una persona había sido tan llamada a escena como Mónica en un curso mío". No sé si fueron esas las palabras exactas. Estaba centrada en subir y colocarme frente al público, Tenía dos minutos escasos para hablar de mí. 

Comencé diciendo: "Buenas tardes, mi nombre es Mónica Frey Grimm. Aunque por mis apellidos parezca lo contrario, soy canaria. Nací en Las Palmas de Gran Canaria hace casi 38 años". Continué hablando un poco de mi familia, de donde trabajo, mis estudios ... y entonces, me paró.
Comentó algo de lo que yo me había percatado. Lo estaba haciendo todo muy bien, peeeeeero, estaba exteriorizando los nervios con los brazos. Me daba golpecitos en los muslos. Me recomendó que no lo hiciera y que los moviera por encima de la cintura. 

"Comienza de nuevo, ahora hablándonos de tus aficiones, por ejemplo", me dijo.

"Desde el pasado mes de Enero, cuento con una serie de aficiones que nunca pensé que fuera capaz de realizar. Estoy enganchada a la escalada, tanto en rocódromo como en roca natural, rapel, descenso de barrancos, vía ferrata...", continué. 

Entonces, volvió a detenerme. Me comunicó que lo había dicho tan rápido, que el público no podía ser capaz de imaginarme haciendo todos esos deportes. Tenía que hacer silencios. Breves paradas entre una actividad y otra. Dándole la oportunidad al público de saborear cada una de ellas e imaginarme a mí, practicándola. 

"Comienza de nuevo" repitió. 

¿¿Y mi miedo???. Había sido superado. Estaba tranquila. Entendía todo lo que Ángel me transmitía. Sus palabras y gestos, tenían sentido. 

“¿Empiezo de nuevo con las aficiones?”, pregunté. 

"Sí. Pero ahora, tienes que hacer silencios. Paradas que te resulten incluso incómodas, con cada actividad", respondió.

 "Vale", contesté. 

"Desde el pasado mes de Enero, cuento con una serie de aficiones que nunca pensé que fuera capaz de realizar ...... (silencio) .... Estoy enganchada a la escalada, tanto en rocódromo como en roca natural ......(silencio) ...., rapel ....(silencio)...., descenso de barrancos ....(silencio) ....., vía ferrata... (silencio) ....., etcétera.", proseguí. 

Entonces, se levantó y dijo: "¡¡Muy bien!!, ¡¡un gran aplauso para Mónica!!".

Ya había terminado. El tiempo para mi presentación terminó. 

Lejos de pensar: "ufff, menos mal, ya no podía más", por mi mente pasó la siguiente idea:

"Todavía me falta decir que hay algo que me ha costado más que escalar cualquier montaña o descender un rapel de 70 metros. Que ese algo, es luchar contra mi miedo escénico. Que el día anterior, ese miedo me había vencido pero que en este momento, yo había vencido a ese miedo y que estaba feliz de haberlo logrado. Que gran parte de esa felicidad era él y su método". 

Daba igual. Yo estaba feliz. Había terminado. Recibí un gran aplauso, igual que el resto de compañeros que salían a escena. Me senté en mi sitio y entramos en un coloquio.


Fue una experiencia muy gratificante. Me alegro de haber dado ese paso, de haber subido, escuchar todas las correcciones y aplicarlas. Me encantaría poder repetir. 

Sentada en mi silla recordé los nervios que tuve durante casi 24 horas, la cantidad de pensamientos negativos que desfilaron por mi mente y el machaque psicológico al que me sometí. Me porté mal conmigo. 

¡¡¡Habían desaparecido!!! ¡¡¡POR COMPLETO!!!

Me encontraba relajada y feliz. Me sentía genial. El sueño atrasado así como el cansancio de todo lo vivido (estaba agotada), hizo acto de presencia. Pero aguanté como una campeona hasta el final del taller. Eso sí, dormí como una bendita.

Para finalizar, me gustaría dar las gracias a todas aquellas personas que me mostraron su apoyo y me dieron ánimos para seguir adelante. 

¡¡¡GRACIAS A TODOS!!!!



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Monica Frey Grimm

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